
Las serpientes tienen unas características exclusivas y sobre ellas se han escrito multitud de historias y fantasías que las han convertido en seres aterradores para muchas personas. Pero lo cierto es que los ofidios no siempre son malignos y debido al tremendo atractivo que desprenden se han ido introduciendo en el mundo del animal doméstico, consiguiendo que nos familiaricemos más con ellos.
Existen diversos factores que convierten a estos reptiles en animales que requieren un cuidado especial. Hay alrededor de 2.600 especies de serpientes, cuya longitud varía desde unos pocos centímetros hasta cerca de 10 m. Ocupan distintos hábitats en todos los continentes, incluso en regiones frías, exceptuando la Antártida, y todas ellas tienen sus costumbres, adaptadas a su lugar de procedencia.
Un metabolismo peculiar

Además, se valen de su veneno como complemento de la digestión, ya que éste les permite romper los tejidos antes de que actúen los jugos gástricos.
Al tener un metabolismo lento, se alimentan con poca frecuencia. Esta periodicidad dependerá de la edad, de la temperatura ambiental y del tamaño de la presa ingerida, por lo que el periodo entre bocado y bocado varía de 15 días a un mes. Por ejemplo, las serpientes de gran tamaño, como las anacondas, se alimentan cada 3 ó 4 meses. La dieta de las distintas especies esrelativamente variada: en su mayoría son carnívoras y deben acechar, matar e ingerir a su presa recién muerta.
Gran parte de las serpientes se alimentan de animales de sangre caliente, principalmente roedores y aves pequeñas, mientras que otras comen ranas, insectos e incluso otras de su misma especie. Algunas especies basan su alimentación en huevos de aves y reptiles.
Dos tipos de veneno

A la hora de morder a su presa, transmiten dos tipos de venenos: los protelíticos y los neurotóxicos. Los primeros actúan directamente sobre las proteínas presentes en las células, destruyéndolas de forma casi inmediata, dependiendo del lugar donde sean inyectados. Por su parte, los segundos provocan fallos pulmonares y cardiacos al actuar sobre los neuroreceptores.
La toxicología es la ciencia que estudia los venenos y los posibles beneficios y usos que éstos pueden tener en la sociedad. Por otra parte, diseñan también sueros antiviperinos, que actúan contra las ponzoñas de la gran mayoría de las serpientes venenosas del planeta.
Desde otras civilizaciones

La religión judaica fue la primera en expresar abiertamente su rechazo a las serpientes, identificándolas como símbolo del mal. Sin embargo, ni todos los ejemplares son venenosos, ni atacan sin ningún motivo: sólo recurren al ataque cuando son molestadas. Asimismo, debido a que para algunas de ellas su dieta se basa principalmente en pequeños roedores, son de utilidad para controlar el crecimiento desmesurado de su población.
Una historia muy lejana

Posteriormente, en el Cretáceo superior, hace 135 millones de años, aparecen los primeros ofidios, orden que agrupa a todas las serpientes existentes sobre la tierra. De modo que se trata de animales que habitan la faz de la Tierra desde hace muchos millones de años.
Se dividen en dos grandes grupos muy desiguales en lo que respecta al número de especies: los escolecofidios, con cerca de 260 especies, y los aletinofidios, con más de 2.400. Las pertenecientes al primer grupo son pequeñas, por lo que se denominan serpientes enanas. Carecen de veneno y su distribución se limita a los países tropicales y a climas cálidos. Son de hábitos excavadores y se parecen a los gusanos de tierra, tienen muy mala vista y se alimentan de presas pequeñas que viven dentro de la tierra.
En el segundo conjunto se sitúan ejemplares de todas las tallas, desde los 20 cm. a los 10 m., adaptados a los más diversos modos de vida: terrestres, acuáticos, arborícolas y excavadores. Se caracterizan por poder engullir presas de tamaño mucho mayor al de ellas mismas, a diferencia de los escolecofidios. Las dos mandíbulas son diferentes entre sí y pueden separarse.
Los reptiles son animales de sangre fría (poiquilotermos); lo que significa que dependen del medio exterior para regular su temperatura, careciendo de mecanismos internos. Más concretamente, se trata de animales ectotermos porque su temperatura interior depende de la del medio externo, y heterotermos, porque ésta varía según la temperatura ambiental.
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